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POLITICA

09 - Jul -2021 - 13:40

CRÓNICA DE UN GOLPE ANUNCIADO. Mauricio Macri envió material bélico para apoyar el golpe en Bolivia.

CRÓNICA DE UN GOLPE ANUNCIADO. Mauricio Macri envió material bélico para apoyar el golpe en Bolivia.

María Vázquez Falcó
mariafalco.bsas@gmail.com

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El golpe de Estado realizado contra el gobierno democrático del, en ese momento, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, tuvo complicidades. De allá, de acá y de más. CRONOLOGÍA DE UN GOLPE ANUNCIADO El 20 de octubre de 2019 el pueblo boliviano acuden a las urnas para elegir a un nuevo presidente. Evo Morales, primer jefe de Estado indígena, busca un cuarto mandato con el aval de la justicia boliviana que lo habilita a participar de los comicios. La derecha oponente buscaba posicionarse con la candidatura del expresidente (2003-2005) Carlos Mesa. La noche de la elección, Morales se acerca al triunfo con el 45,28 por ciento de los votos frente al 38,16 por ciento de Mesa, habiéndose escrutado el 84 por ciento de las mesas. Para evitar un escenario de balotaje, Morales debe obtener una mayoría absoluta o al menos el 40 por ciento de los votos con una diferencia de 10 puntos porcentuales sobre el segundo candidato. Los observadores internacionales critican la lentitud del escrutinio y la tensión comienza a poblar las calles. El fantasma de un posible fraude deambula por los medios locales y se inician las primeras manifestaciones opositoras. En la mañana del lunes 21 el Tribunal Supremo Electoral (TSE) reconoce el 46,4 por ciento de los votos a Morales, contra un 37,07 por ciento para Mesa, habiéndose realizado el 95,63 por ciento del conteo total de los votos. La brecha se acerca a los 10 puntos necesarios para ganar en primera vuelta y alzarse con un nuevo triunfo a favor de Morales. Pero Mesa potencia su posición y denuncia fraude mientras radicaliza su discurso alzando a los sectores opositores en la población. Varias regiones del país estallan en incidentes violentos que incluyen incendios, fuertes enfrentamientos con la policía y las fuerzas de seguridad. Manifestantes queman tres oficinas regionales del TSE en Potosí, Sucre y Cobija. El golpe comenzaba a instalarse. La oscuridad llegaba para quedarse y dar comienzo a una larga noche boliviana. El martes 22 amaneció con organizaciones ciudadanas convocando a una huelga general por tiempo indeterminado. La OEA babea su "profunda preocupación y sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar" de los resultados preliminares. Afirmaban que en su informe recomendarían una segunda vuelta. El gobierno de Morales y el TSE proponen una auditoría sobre el proceso electoral. El presidente del TSE, Antonio Costas, abandona su cargo por la "desatinada decisión" de suspender la difusión del conteo preliminar. Luis Almagro, secretario general de la OEA, confirma que auditarán el proceso electoral para "verificar su integridad", mientras que el canciller Diego Pary le dice a la Unión Europea que podrá revisar "una a una las actas" si así lo desean. Las cartas están echadas. Horas después, Morales denuncia por primera vez que está en marcha un golpe de Estado por parte de la derecha con apoyo internacional. Las huelgas continúan en todo el país y se multiplican los incidentes tras enfrentamientos entre partidarios de ambos lados. El jueves 24, amasando el golpe, el candidato presidencial Carlos Mesa, le dice a Evo Morales que no respeta la Constitución y convoca a manifestaciones pacíficas en medio de los incidentes. El conteo oficial de votos se actualiza y el 99 por ciento del escrutinio indica que Evo, gana. El 25, Morales es declarado oficialmente ganador con el 47,08 por ciento de los votos frente al 36,51 por ciento de Mesa; supera los 10 puntos porcentuales exigidos para evitar la segunda vuelta. La oposición, la OEA, la Unión Europea, Estados Unidos, Colombia, Ecuador y Argentina se unen bajo el mismo paraguas y exigen un balotaje. La complicidad internacional ya está sobre la mesa mientras los enfrentamientos entre militantes oficialistas y opositores comienzan a regar el suelo de lo menos deseado, el horror se avecina. El 1 de noviembre renuncia Arturo Espinosa , jefe de la misión de la OEA, tras haber publicado un artículo de opinión sobre las elecciones en Bolivia en el que criticaba abiertamente a Evo Morales. Al día siguiente, el líder cruceño Luis Fernando Camacho se erige como la cara más visible de la oposición. Escupe llamas de odio en un discurso abierto llamando al ejército y a la policía a "ponerse del lado de la gente" y le pide la renuncia a Evo Morales. El miércoles 6 de noviembre duele Cochabamba ante los violentos enfrentamientos y los bloqueos en otras partes del país. Arde en llamas el edificio municipal y obligan a la alcaldesa Patricia Arce Guzmán (MAS) a caminar descalza por el pueblo, cubierta de pintura roja, bajo insultos y amenazas. La crueldad, el disciplinamiento y el odio volaban sobre la tierra de Túpac Amaru, de Juana Azurduy, de Bolívar, de San Martín, de los pueblos unidos, de la América toda. El viernes, unidades policiales se amotinan en Cochabamba, Sucre y Santa Cruz. La policía se muestra cercana a los manifestantes en La Paz y la protesta opositora se extiende a otras regiones del país. Morales denuncia un golpe de Estado "en curso", pero el gobierno descarta una operación militar. Es hora de evaluar y evitar un riego de muertes hermanas. Duele Cochambaba. Por la mañana del sábado efectivos de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP) de Cochabamba se amotinan y llaman a nombrar nuevos comandantes. Ya es tarde para huir de la mierda derechosa y hay una mitad con sed a libertad. El domingo Morales anuncia que convocará a nuevas elecciones nacionales. Poco antes, al dar a conocer el informe preliminar de su auditoría, la OEA exige la anulación de las presidenciales de octubre y la realización de nuevos comicios. Dos ministros y el presidente del Congreso renuncian frente a un clima acelerado de violencia. Las Fuerzas Armadas y la Policía le piden la renuncia al presidente. Desde la localidad de Chimoré, Morales anuncia su destitución a través de un golpe cívico-militar. La contraofensiva conservadora ha restaurado el modelo neoliberal en Argentina, en Brasil, en Uruguay, en Ecuador. Mauricio Macri llegó a la Rosada por el voto democrático pero con las mismas estrategias que llevaron a la argentina a los lugares menos deseados. El golpe de Estado contra Evo Morales, no solo llegó de la mano de integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad de Bolivia; también de fuerzas políticas de derecha y de al menos tres países latinoamericanos. Las derechas están en las calles y Argentina no es la excepción. Usan premisas y banderas contradictorias. Defensores del patriarcado, libertarios que reivindican su derecho a no ser obligados a usar barbijo, a vacunarse, ciudadanos que alertan que el país se precipita en el comunismo o se indignan con la impunidad de figuras acusadas de corrupción sin observar las corrupciones propias, antiperonistas, anti kirchneristas, anti, siempre anti. Ayer, a un día de celebrar el "Día de la Independencia Argentina", nos dejó sin aliento la denuncia del Estado Plurinacional de Bolivia contra nuestro país, contra el gobierno de Mauricio Macri. El nudo en el estómago dura y durará. A través de una carta enviada por el entonces comandante general de la Fuerza Aérea boliviana, Jorge Gonzalo Terceros Lara, donde le agradece al embajador argentino "la colaboración prestada" en el marco del respaldo internacional "debido a la situación conflictiva que vive Bolivia", deja confirmada la participación de Argentina con el golpe perpetuado al expresidente Evo Morales. El original de la carta figura en los archivos de la embajada en La Paz, en el escrito también agradece el "material bélico de agentes químicos y bélicos" que el gobierno de Macri había remitido. Se trata de 40 mil cartuchos Anti Tumultos, gases lacrimógenos en spray MK-9 y MK-4; 50 granadas de gas CN; otras 19 CS y 52 granadas de gas HC. Como si fuera poco, describe que efectivos de la Gendarmería Nacional argentina ingresaron el 12 de noviembre de 2019 a la sede de la embajada, que por entonces era conducida por Normando Álvarez García, actual ministro de Trabajo del gobernador de Jujuy, Gerardo Morales. El material escrito es de suma importancia para la justicia boliviana ya que es prueba en la que se demuestra la responsabilidad de Terceros Lara en el golpe de estado contra Morales. La semana pasada, el militar boliviano fue detenido junto a otros comandantes en el marco de la causa por la que se investiga el golpe y se analiza la consideración de "delitos de lesa humanidad". Dato que debería preocupar, y mucho, a Macri y a parte de sus funcionarios/as. Desde que Luis Arce llegó a la presidencia de Bolivia promovió la inmediata investigación de los crímenes cometidos durante el golpe de Estado. La colaboración argentina durante la represión, era sabida. El canciller del país hermano, Rogelio Mayta, le solicitó ayuda al nuevo embajador argentino, Ariel Basteiro, quien se ocupó personalmente de la búsqueda de las pruebas. La nota de Terceros Lara apareció mal archivada, pero además dicha nota no figura entre los cables oficiales de la embajada que por esos días envió a la Cancillería argentina. Por su parte, la ministra de Seguridad de la Nación Argentina, Sabina Frederic indicó en las redes sociales que "por indicación del presidente (Alberto Fernández) ordené a los jefes de las Fuerzas Federales que informen, en las próximas 72 hs, las responsabilidades en el envío de material policial antitumulto u otro al Estado Plurinacional de Bolivia para colaborar con el golpe de Estado de noviembre de 2019".


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